Las personas, a través de su comportamiento, su educación, su actitud e, incluso, de su mirada, nos pueden transmitir una confianza, o no, esencial a la hora de inclinarnos por una oferta o por otra. No estamos ya en la época en que los productos eran escasos; ahora la oferta es amplia y variopinta, la diferencia ya estriba sólo en el precio, nos hemos vuelto más sutiles en las apreciaciones y somos exigentes hasta el punto de elegir a quién estamos dispuestos a depositarle nuestra confianza o entregarle nuestro dinero a cambio de un producto o servicio.
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